Historia de Estancia Villaverde
por Lic. Violeta Diez*
Cuando la familia Fernández Lorences se estableció
en las tierras que hoy ocupa la Estancia Villaverde, encontraron
restos de lo que parecía ser un pequeño fortín
provisorio de los establecidos por el ejército cuando se
efectuó la Conquista al Desierto.
No sería esto extraño ya que el emplazamiento estaría
al borde de una rastrillada secundaria que viniendo de Buenos Aires,
pasaba por el paraje Jagüeles, muy cerca de Anguil, y cruzaba
ligeramente el norte de lo que es hoy Santa Rosa siguiendo a Toay
y a los toldos de Nahuel Payun.
Estos caminos indígenas, las rastrilladas, cruzaban La Pampa
en diferentes sentidos y fueron muy numerosas en el centro-este
de la provincia, ya que comunicaban a los dos grandes cacicazgos
pampeanos: Leuvuco y Salinas Grandes y a su vez unían numerosos
asentamientos de distintos capitanejos que obedecían a uno
u otro de los cacicazgos mayores.
Las tropas se establecieron en lugares estratégicos, a veces
en simples campamentos, pero en otras ocasiones construyeron fortines
temporarios a fin de efectuar la campaña eficazmente. El
Coronel Lagos estableció su cuartel general en Luan Lauquen,
laguna situada en las proximidades de Winifreda, desprendiendo partidas
que, según un parte que envió el General Roca y teniendo
como centro su asentamiento principal, se desplazaban hasta treinta
leguas a la redonda. Una de estas partidas pudo perfectamente establecer
un pequeño fortín esporádico en la zona que
hoy ocupa Estancia Villaverde.
La reconstrucción es interesante, pues se trato de respetar
las noticias que hay sobre la construcción de estos precarios
establecimientos militares y de seguir los restos hallados. Generalmente
ranchos de adobe con techos de puna, juncos, olivillos o el material
que se hallara a mano y fuera práctico para tal fin.
Completa la restauración una serie de carros antiguos de
cuatro ruedas que servían en épocas anteriores al
ferrocarril, o donde este no llegaba, para el transporte de mercaderías.
Aperos, cueros, utensilios, dan el toque definitivo a esta evocación
histórica.
Precisamente, por no haberse hallado restos del foso que normalmente
circundaba los fortines, y no hallarse rastros en él del
recinto destinado a guardar las caballadas, reforzaría la
idea de una instalación eventual.
El pozo de agua y el horno de barro existentes, indicaría
además, que alguien aprovechó los ranchos que quedaron
al retirarse las tropas.
Su ubicación es exelente para visualizar lo que ocurría
en las rastrilladas y en las zonas que se dominan desde el mangrullo,
región abierta y plana, a la vera del monte de caldén
que presta abrigo contra el frío y el calor.
Sin dudas, La Pampa, hoy tiene una deuda histórica con aquellas
épocas: cuidar el patrimonio histórico para salvaguardar
su propia identidad.
Lo cierto es que el Fortín, hoy llamado Huitrú, pudo
haber sido uno más de los tantos jalones históricos
anónimos que se encuentran en La Pampa relacionados con la
vida primitiva de la región. La reconstrucción evoca
una vida de coraje y valentía que generó una gesta
de la que resultó La Pampa.
Relaciones entre blancos e indios
Durante el periodo hispano y hasta poco después de la Revolución
de Mayo, las relaciones entre blancos e indígenas eran amistosas.
La frontera corría poco más o menos por el Río
Salado de la provincia de Buenos Aires y llegaba hasta San Carlos
de Mendoza.
Pero, el blanco necesitó espacio para desarrollar su economía.
Va cubriendo primero las zonas vacías, luego cruza el Salado
y se expande hacia el sur de Buenos Aires y llega, en el año
1828, a Bahía Blanca.
El Araucano y especialmente el Ranquel, necesitan lo mismo que
el blanco: ganado bovino. En términos de economía
se plantea pues, la primera expedición organizada y con claros
objetivos de conquista, por parte del hombre blanco, sobre estas
tierras llamadas "las pampas" o "pampas". Don
Juan Manuel de Rosas, en el año 1833 o 1834 efectúa
la primera campaña al desierto que, si bien no logró
sus objetivos, develó muchos elementos que Roca usaría
mas tarde. A partir de esa campaña, ya no se pidió
ni se dió cuartel por ambas partes. Malones y expediciones
se sucedieron y la línea de frontera se fué corriendo
a favor del blanco.
Esta línea de frontera fue defendida por los fortines. Eran
establecimientos militares que trataban de defender las tierras
ganadas por el hombre blanco. Muchos de estos fortines se transformaron,
con el correr de la historia, en ciudades importantes como San Rafael
de Mendoza, Carmen de Patagones, Bahía Blanca en la provincia
de Buenos Aires, Mercedes en San Luis, etc.
Fue una verdadera epopeya la de soldado fortinero, no demasiado
reconocida, aun, en la Argentina. Estos fortines eran fijos, establecidos
para perdurar al menos varios años y con dotaciones que variaban
según las levas que se efectuaran en los campos y poblados.
Cuando finalmente se desata en 1879 la campaña definitiva
aparecen los fortines provisorios que habían sido poco usados
hasta entonces. Desde estos enclaves se patru-llaban determinadas
zonas, según las órdenes que cada comandante recibía.
Eran construcciones precarias que desaparecían a medida que
el ejército avanzaba y en poco tiempo se convertían
en ruinas.
Muchos de estos pequeños establecimientos castrenses temporarios,
se hallaban entre rastrilladas, o sobre zonas de aguadas o aún,
en tolderias de indios amigos.
Desde estos lugares las patrullas volantes se iban extendiendo
y, poco a poco, se fue encerrando al Ranquel.
En algunos campos se hallaron restos de estos pequeños establecimientos
tal al que nos ocupa en esta pequeña reseña de la
Estancia Villaverde.
Así, el territorio se fue ganando por y para el hombre blanco.
El indígena fue exterminado y los que no cayeron durante
la conquista, agonizaron lentamente en las estancias o tuvieron
que trasponer la cordillera.
La campaña fue barriendo el territorio y, desde lugares
estratégicos, los soldados se desplazaron destruyendo los
pequeños asentamientos que respondían a un capitanejo
y, finalmente, el ejército nacional llegó a los dos
centros neurálgicos del poder indígena de La Pampa:
Leuvucó y Salinas Grandes.
Sitios Históricos:
Volviendo a los fortines, en nuestro territorio no se reconstruyeron
ni conservaron
los dos primeros fortines que dieron lugar a las poblaciones de
Victorica y General Acha; tampoco el de Toay. De allí la
importancia del sitio que nos ocupa, ya que los niños en
visita escolar, tendrán una clara visión de aquello
que hace a una lucha armada que enfrentó a dos concepciones
de vida que no fueron determinativas: "civilización
y barbarie". La bibliografía que ha predominado en nuestros
conocimientos históricos, es la que se escribió desde
Buenos Aires pero, es diferente de la que se hizo desde las provincias
y, a medida que se profundice en el tema, seguramente se irán
variando las ópticas con que se mire el choque de dos concepciones
de la vida y del mundo.
La riqueza de matices, de pensamientos y de vertientes que conlleva
la conquista, va mucho mas allá de aquello que expresa que
lo del hombre blanco es bueno y lo del habitante primitivo lo malo.
Es un choque brutal el que se produjo, como lo fue toda la conquista
de América. Sin concesiones, desde el estrecho de Bering
al de Magallanes y del Pacífico al Atlántico, el enfrentamiento
fue continuo. La Conquista del Desierto fue un eslabón más
de la cadena entre dos formas de entender la vida. Como siempre
el eslabón más débil, el primitivo habitante
de América, se rompió con más o menos resistencia.
Es la ley de toda conquista y estamos viendo un capitulo más
de esto en la ex Yugoslavia, donde Servia, está eliminando
a todas las demás etnias con las diferentes excusas.
Los inmigrantes:
Terminada la conquista llegó la mensura y el reparto de
las tierras a quienes habían comprado, a quienes participaron
de la conquista y a otros capitales que quisieron probar suerte
sobre nuevas tierras.
Vinieron de las provincias vecinas al territorio que se denominó
La Pampa, entre estas, muy especialmente desde Buenos Aires; ¿el
motivo?: la expansión de sus establecimientos de campo para
diversificar su producción. La agricultura avanzó
de forma notoria, pero también la ganadería. El extranjero
llegó después y, un detalle muy interesante, nunca
llegaron a superar en número, al habitante autóctono.
Entre otros inmigrantes, especialmente entre los españoles,
existía un valor primordial: la posesión de tierras.
Muchos de ellos se iniciaron como comerciantes y apenas reunido
un pequeño capital, trataron de comprar tierras. Otros fueron
peones o arrendatarios hasta reunir la suma necesaria para lograr
el predio propio.
Hasta musicalmente se habla de esto:
..."Primero una melga, después, una hectárea,
trocadas al monte de a grano por rama.
Se hizo pan el trigo donde el monte estaba
Y se hizo molino, y al lado la casa,
Y en ella tu hijo, con él, la esperanza"...
Lo cuenta poéticamente Alberto Cortés en "Letanías
al Sembrador Ausente".
Fue la historia de muchos "pampeanos" de hoy, que ayer
fueron "gallegos", "gringos", "turcos",
"franchutes", todos tenían un mote y la confusión
del verdadero origen a veces muy marcada.
La familia Fernández Lorences:
Entre los inmigrantes españoles encontramos a Don Juan Fernández
Lorences y sus hermanos José y Segundo, eran Asturianos,
nacidos en Buspol. Inmigrantes como tantos y tantos otros, para
no hacer el servicio militar y tener que ir a luchar a Marruecos
donde, las huestes de Abd el Krim, dejaban volver a muy pocos en
su guerra contra el colonialismo.
Eran inmigrantes muy jóvenes de 14 y 17 años, los
hermanos Lorences no fueron la excepción. José se
radicará en los comienzos en Cañada Verde y sus hermanos
en La Pampa, estableciéndose en la zona de Quehué.
Fueron conductores de carros en los que transportaban leña,
cuero y cereal; aquellos altos carros de dos y cuatro ruedas de
los que aún se encuentran en el Fortín Histórico
de la Estancia como un recuerdo de un pasado que fue. Los productos
que transportaban eran los típicos de la zona de La Pampa
donde se radicaron, y fueron los que también hicieron funcionar
el ferrocarril durante muchos años.
En 1926 se radicaron en el lote XIII de Valle Daza. Compraron arados,
trabajaron "por tanto" como era común en el campo
y finalmente, reunidos los tres, alquilaron una legua de campo y
trabajaban con ganado vacuno y lanar.
Con el transcurrir del tiempo comenzaron a formar familia. Don
Juan, que cuando venia a Santa Rosa se hospedaba en el tradicional
Hotel París, conoció allí a Doña Teresa
Feito, con quien se casará; era asturiana, igual que él.
En la dura década del `30, los tres hermanos han logrado
reunir un capital de ovejas, vacas y caballos y deciden dejar Valle
Daza para instalarse en las cercanías de Santa Rosa, alquilando
un campo de 2500 has. Llamado "El Rincón". Más
tarde compraron esas tierras al Dr. Pedro O`Farrel. El campo era
conocido como "la legua del Gobernador", por haber pertenecido
a Don Felipe Centeno, que fuera Gobernador del territorio entre
1908 y 1917.
Trabajando duro, como todos los inmigrantes, o al menos casi todos,
el tiempo se pasa rápido y los hijos que habían ido
llegando ya inician la escuela primaria. Lo hacen en el campo, en
la escuela de Velloso, cuyo primer Director fue el Sr. Cesáreo
Gómez. Quedaba la escuela a 8 km. del campo y los niños
se trasladaban a ella en sulky. Más adelante, cuando el hijo
de Juan, llamado Segundo como su tío, cumplió los
trece años, su padre le permitió manejar un Ford A
con el que pasaba a buscar a sus primos y todos concurrían
con mayor comodidad a la escuela. Recuerdan Josefa y Adelaida, también
hijas de Don Fernández Lorences, que cuando se inauguró
en Santa Rosa el monumento al Gral. San Martín, 12 de Octubre
de 1942, Adelaida era la abanderada de la escuela y sus escoltas
Omar Vicens y Jorge García, hijos de inmigrantes, también
establecidos en la zona.
En el salón escolar, y para agenciarse de fondos, siempre
necesarios en un establecimiento educativo, se organizaban bailes
que eran muy concurridos; al igual que los de Colonia Lagos, La
Delfina, El Guanaco y Bajo de Las Palomas. Eran de las pocas diversiones
que tenía la gente de las zonas rurales en épocas
en que los medios de comunicación y los caminos no facilitaban
el desplazamiento como en la actualidad.
Segundo, aquel que manejaba el auto para ir a la escuela con sus
primos, siendo ya un joven con edad para formar familia, conoce
en uno de esos bailes, según recuerdan, a Carolina Zamponi,
hija de Angela Caponi y Nazareno Zamponi, por supuesto también
inmigrantes, de Italia. Se casará con ella el 8 de Julio
de 1953. La fiesta se llevó a cabo en el actual galpón
de la Estancia Villaverde y allí concurrió toda la
colonia.
Sencilla y simple la vida rural de entonces aún cuando ya
comenzaba a cambiar para tomar las características de complejización
que hoy presenta.
La Familia Fernández Zamponi:
De este matrimonio nacerán dos hijos: Héctor Hugo
y Norma Carolina que pasan los primeros años de su vida en
la estancia del abuelo. Cuando comienza Héctor Hugo a ir
a la escuela, va a otra escuela rural llamada "de Lambert"
que dista a 4 Km. del campo que residía. Hugo recuerda a
su primer maestra, la Sra. Berta de Alvarez y a quien era el encargado
de llevarlo a la escuela todos los días: Rogelio Roda, un
agregado al establecimiento rural que vivió mas de cuarenta
años en la estancia hasta su muerte en febrero de 1998. Su
figura se izo muy conocida, tanto por amigos de la familia como
por los visitantes a Villaverde. Indudablemente no tenía
familia y "adoptó" a la del dueño de la
Estancia.
La infancia de los niños transcurría feliz y tranquila,
como era la vida rural de entonces. Las distracciones eran las propias
de la época. Pero, esta época iba dejando de ser.
Los juegos compartidos con hijos de peones y hacheros y con sus
pares es uno de los recuerdos más cálidos que de su
niñez tiene Hugo.
La familia decide trasladarse a Santa Rosa y Hugo pasa por diversas
escuelas hasta que termina su escolaridad primaria en el Colegio
Domingo Savio de los padres salesianos y Norma comenzaría
su etapa prepimaria en el Colegio María Auxiliadora de las
hermanas pertenecientes a la orden salesiana. Allí terminaría,
incluso, su etapa secundaria.
Es interesante observar como se perfila la vida de los seres humanos,
que comienza de una forma, para terminar de otra y, aún,
evolucionar mediante un tercer aspecto.
La vida que comenzó en el campo, en medio de una sociedad
rural amable y tranquila, cambiaría por una vida urbana muy
diferente. Además al principio pareció tomar un rumbo
muy distinto al que finalmente cobró. Así, Hugo, desde
muy chico se inclina por la pintura, y lo hacía tan bien
que a los 13 años recibió su primer premio. Este tipo
de predisposición es muy bien atendido entonces en el Instituto
Domingo Savio de aquellas fechas. Así el profesor Manuel
Varela, pintor él mismo, que ocupo un destacado lugar entre
los plásticos pampeanos, se encargó de encausar las
inquietudes de su alumno. A los 17 años realiza su primera
exposición en el mismo colegio. Hugo recuerda de ésta,
su primera exposición, las palabras del Padre Italo Scorta,
director en ese establecimiento, que expresó ..."Héctor
lleva en su alma la belleza de la tierra pampeana y hoy podemos
admirar estos primeros frutos de su inspirada juventud"...
Terminados los estudios secundarios, comenzará en la Universidad
de La Plata la carrera de abogacía. Pronto se dará
cuenta que no le satisface y pasará a Buenos Aires donde
se graduará en Relaciones Públicas y realizará
estudios como decorador profesional, obtiene una beca para la Sorbona
de París realizando estudios de francés y sicopedagogía.
A la vez sigue pintando, inaugurando su primera exposición
en Europa en la Casa Argentina en París el 3 de Febrero en
de 1975, luego extiende la muestra a España, Inglaterra y
Alemania.
La Pampa Argentina en Europa se titulará la muestra. Las
pinturas se ubican en la corriente abstracta e impresionista y reflejan,
efectivamente, las cosas de nuestra provincia. Cuando regresa comienza
a organizar una pequeña casa de decoración y el trabajo
que pronto se incrementa, hace que deje los pinceles y se dedique
de lleno a la decoración en la que sigue actualmente.
Entre tanto Norma, unos años menor que su hermano, también
termina sus estudios secundarios y luego aprenderá el idioma
francés, que practica hasta el presente, y luego de prepararse
ella también en decoración, se unirá a la empresa
de su hermano. Se sigue la tradición familiar de que los
hermanos trabajen unidos y apoyándose mutuamente. Ambos viajan
en diferentes oportunidades al extranjero y capitalizan para su
tarea la experiencia viajera a la vez que adquieren fluidez en otros
idiomas como el inglés y el italiano.
La Estancia Villaverde:
Pero este trajinar urbano y los éxitos obtenidos no calmarán
sus inquietudes. Ellos guardan recuerdos muy bellos de su vida rural.
Así comienza a rondarles un proyecto que empezará
a concretarse en 1981. En el predio de su estancia, Villaverde,
donde levantarán una casa para toda la familia, se iniciaron
diferentes trabajos buscando mejorar el aspecto agreste del sitio
sin que perdiese su calidez y apariencia campera. Se la dotó
de luz eléctrica, agua, se forestó el acceso al lugar
y se diseñó un gran parque con especies muy diversas,
lo que le presta una belleza serena en toda época del año.
En medio de todo este trabajo, y ya pensando en una futura explotación
turística, se decide reconstruir el fortín. Se afianzan
en su idea de presentar un rincón turístico hermoso
y acogedor, tal vez, como homenaje a sus abuelos que apostaron por
estas tierras con tesón y esperanzas, pese a las dificultades
de una época muy dura para La Pampa. Seguramente, también
influyo en la decisión los emotivos recuerdos que ambos guardan
de su niñez en aquellas zonas y la visita al pueblito de
Villaverde en Asturias, España, donde naciera "la abuela
Teresa" que sirviera para bautizar con el nombre de Villaverde
a la Estancia.
Cuidadosamente planificaron lo que querían brindar a la
sociedad y a todos aquellos viajeros que, atraídos por la
agreste belleza de La Pampa, quisieran disfrutar de unos días
de paz, belleza y confort. Lo primero que pensaron luego de disponer
la casa, el arbolado, el fortín, los paseos, fue el ecoturismo.
Querían cuidar el paisaje y la belleza silvestre que rodea
la estancia. Promueven pues una opción de respeto a los valores
culturales y naturales que comienzan a atesorar en lo que será
la primera estancia dedicada al turismo en la provincia.
Finalmente inauguran en Diciembre, junto al Gobernados de la Provincia
Dr. Rubén Hugo Marín, la Estancia Villaverde que desde
entonces ha visto pasar gran cantidad de eventos y de turistas,
algunos muy famosos y conocidos y otros anónimos viajeros
que recorren por puro placer diferentes lugares de esta Argentina
que los posee excepcional-mente. . Muchos extranjeros se han llegado
a Villaverde para conocer algo de esa Pampa tan cantada en el mundo
por sus enormes extensiones, por su ganadería y ahora por
su turismo agrario.
Pero eso no es solo esto lo que ofrece sino que además se
pueden hallar hermosos días de campo paseando en Carruajes
de Epoca o Cabalgatas, degustando una exisita comida casera, el
típico asado y repostería criolla, disfrutar de la
Piscina con Cascada, el Gran Parque, la Capilla San Marcos, el Museo
Rural, las Caballerizas o leer un libro de la amplia Biblioteca
debajo de un árbol, Congresos, Fiestas, Campamentos y Turismo
Escolar. Este último ha resultado un verdadero estímulo
en función de la visita que los chicos efectúan al
Fortín y los conocimientos "vivos" que allí
adquieren de la historia. Es para ellos encontrar sus raíces,
a la vez que reflexionan sobre la historia, la geografía,
el paisaje de su tierra a la que no conocen demasiado. Por supuesto
también hay para ellos paseos, juegos y hasta safaris fotográficos
que seguramente los entusiasma y les permite gozar de esta iniciativa
que ha tenido la familia Fernández Zamponi.
Hasta aquí una historia simple y sencilla, pero emotiva
y humana que habla de la integración del inmigrante a La
Pampa y a la metamorfosis que poco a poco los transforma hasta sentirse
pampeanos. Aquí hicieron sus vidas, aquí vieron crecer
a sus hijos, sus nietos. Las nuevas generaciones sienten el llamado
de una tradición que lentamente va penetrando en sus conciencias
y que hace que la obra emprendida sea algo así como una síntesis
de vida, profesionalidad y arte. Todo esto es sino: Villaverde.
Lic. Violeta Diez
10 de Noviembre de 1998
Santa Rosa, La Pampa
* Profesora de Historia y Geografía.
* Licenciada en Historia. Universidad Nacional de La Pampa.
* Maestría en Tecnología de la Educación. Universidad
de Salamanca, España.
* Ex Catedrática de: Instituto Domingo Savio de Santa Rosa.
Instituto María Auxiliadora de Santa Rosa. Facultad de Ciencias
Humanas de la Universidad de La Pampa y Profesora y Directivo del
Instituto de Nivel Terciario del Oeste Pampeano de Victorica.
* Escritora de varios textos sobre Historia y Geografía regional.
* Dictado de numerosos cursos en La Pampa y provincias vecinas.
* Colaboradora de prensa.
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